domingo, 10 de junio de 2012

Tracy Lord

Katherine Hepburn ("Historias de Filadelfia")

Tracy Lord se deja querer por el encandilado Macaulay Connor. 

"Yo no quiero que me adoren, quiero que me amen"

Existen personajes que están pensados para intérpretes concretos y uno de ellos es, sin duda, el de Tracy Lord: sólo podía ser Katherine Hepburn. No es que se trate de un papel a su medida, es que ambas son la misma persona. Así lo concibió Philip Barry, amigo personal de la actriz, cuando escribió en 1938 la obra teatral del mismo título. Altiva, autoritaria, enérgica, disciplinada, deportista y de una elevada talla intelectual. Cuando la gran dama del cine protagonizó "Historias de Filadelfia" ("The Philadelplhia Story", 1940), Hollywood le acababa de colgar la maldita etiqueta de "veneno para la taquilla". Y ella empezó a redimirse a partir de esta película, como si tuviera que pedir perdón por su férrea independencia en ese mundo dominado por hombres. Básicamente es lo que le ocurre a esta mujer llamada Tracy Samantha Lord.
Conviene advertir, eso sí, que esta comedia hay que verla hoy en día sin los lógicos prejuicios de la época actual. Porque un análisis social ligeramente severo de los personajes puede ofrecer conclusiones casi esperpénticas. Por ejemplo, el más antipático es el prometido de Tracy, George Kittredge (John Howard), un hombre que procede de una clase social baja, lo que le convierte poco más o menos en un advenedizo; Margaret (Mary Nash) es la madre que acepta con bendita resignación y extraña comprensión la permanente infidelidad de su marido, Seth (John Halliday), un vivales que hoy llamaríamos "sinvergüenza" con todas las letras.
La propia Tracy oculta, bajo esa figura de diosa fría e intransigente, la apariencia de una mujer cuyos pecados son, en esencia, su enorme fortaleza y su independencia. ¿Debe cambiar y pedir perdón por ser una estatua en un pedestal o por ser una mujer que piensa por sí misma? Además, la aristocracia es aquí la clase social ideal y envidiable, pese a que presumen de ser lo que, en la actualidad, llamaríamos "parásitos". Lo dicho, "Historias de Filadelfia" es un film de 1940 y no debe sacarse de ese contexto, como ocurre con otras grandes obras maestras del cine.

El punto final a un matrimonio y el comienzo de la película.

El arranque de la película ya resulta muy significativo: C.K. Dexter Haven (Cary Grant) se marcha del hogar conyugal porque no aguanta a su intolerante esposa, Tracy. Ella le rompe los palos de golf en la puerta; él responde empujándola al suelo de un manotazo. Dos años después, la prensa se hace eco del nuevo enlace matrimonial de la joven con un millonario, el insípido George Kittredge. Es un tipo de origen humilde que desconoce muchas de las normas de la alta sociedad.
La madre es quien mejor explica el comportamiento de su hija: "Lo que pasa es que Tracy se impone normas de conducta muy severas y los demás no siempre son capaces de vivir de acuerdo a ellas". Tracy es, pues, la que manda. Era inflexible con las debilidades de su marido, sobre todo con la bebida, lo es también con su padre y, muy especialmente, con la necesidad de preservar su intimidad. Por desgracia para ella, Dexter va a colar en la boda a dos reporteros de la revista sensacionalista Spy como supuestos amigos del hermano de Tracy: Macaulay Connor (James Stewart) y Elizabeth Imbrie (Ruth Hussey).
Ambos tienen tantos prejuicios hacia Tracy como ésta hacia ellos. Macaulay, un tipo sarcástico, escéptico y, sobre todo, frustrado escritor que está descontento con su trabajo, sospecha que la joven es una estúpida snob; cuando ella se presenta ante la pareja decide no sacarles del error y exagera esa impresión con una  cursilería casi enfermiza.
- Connor: Y respecto a esa chica, Tracy Samantha Lord...
- Dexter: ¿Qué pasa con ella?
- Connor: ¿Cuáles son sus características?
- Dexter: Odia a la gente que lleva puesto el sombrero en casa.
El corazón de Tracy es, al principio, un misterio para todos, incluso para el espectador. Se muestra cariñosa con su novio, pero no hay evidencia de amor hacia él; quiere humillar al periodista porque representa, al menos a primera vista, la clase intelectual que tanto detesta; es dura y sarcástica con su anterior marido y apenas se aprecian signos de la vieja pasión que pudo haber entre ellos a lo largo de la película. "La pelirroja de siempre: ni amargura ni recriminaciones, sólo un buen izquierdazo en la mandíbula", le apostilla su ex.
Pero existe también una Tracy risueña, amistosa, familiar y sensible, que se divierte montando a caballo, trasteando con su hermana pequeña Dinah (Virginia Weidler) o leyendo en la biblioteca, con deleite, los cuentos que escribió Macaulay Connor antes de ganarse el pan con la prensa rosa. Es una mujer divertida en el fondo, aunque demasiado preocupada por la pulcritud y la disciplina como para que se le note.

Tracy, intransigente y distante con su padre. 

Los hombres la ven como una especie de diosa, aunque con diferentes intenciones. Para Kittredge, esa es precisamente su principal virtud. Lo que quiere es construirle una torre de marfil para adorarla a todas horas. "Nadie ha sido ni será tu dueño y señor", le asegura. Dexter Haven opina que sería una mujer ideal si se bajara del pedestal y cometiera errores: "Por supuesto, es tolerante con ciertos defectos... a excepción de los defectos ajenos". El padre considera que su intolerancia ha arruinado la perfecta relación que mantenían cuando era más joven: "Tienes todo lo que puede tener una mujer encantadora, menos lo esencial, un corazón comprensivo. Y sin eso daría lo mismo que fueras de bronce".
Tracy desorienta especialmente a Connor, que pasa del rechazo inicial, la sorpresa (al verla leyendo su libro de cuentos en la biblioteca) y la suspicacia (cuando ella le ofrece su casa de campo para que siga escribiendo) a una progresiva fascinación. Cuando todo el mundo parece ponerse en su contra, cuando recibe sucesivos reproches por su intransigencia y su frialdad, Macaulay (o Mike) acabará siendo su refugio.
Existe una tercera Tracy que sólo aparece en contadísimas ocasiones: cuando bebe champán. Por lo que sabemos, ocurrió una vez durante su matrimonio con Dexter: se subió desnuda al tejado y se puso con los brazos abiertos mirando la luna. Aunque es algo que ella no recuerda o no desea recordar. Y en la noche previa a su boda volverá a suceder. Apreciamos entonces una mujer mucho más divertida, a la vez sensual, despreocupada y provocativa. "De repente, lo que antes consideraba de gran importancia ya no me lo parece tanto", le confiesa a su madre.
Los momentos más fascinantes de esta mujer suceden al lado de Macaulay, ahora llamado Mike. Ambos salen de la fiesta con más champán de la cuenta; se buscan para pasarlo bien cuando los demás (un Dexter pasivo y un Kittredge soporífero) se retiran a descansar; ambos, en fin, deciden jugar al romance, abiertos a todo, cuando se ven solos en el jardín de la mansión.
La larga y apasionante secuencia nocturna siempre me ha parecido una película distinta. Es evidente que existe una química especial entre Tracy y Mike que, sin embargo, echamos de menos en su relación con C.K. Dexter Haven (genial nombre, por cierto). También es notorio que los dos están deseando que ocurra algo: Macaulay, porque se siente muy atraído por esa mujer, y Tracy, porque necesita que la quieran de verdad, no que la idolatren.

Tracy, en brazos de Macaulay, ante la mirada de Kittredge y Dexter.

Katherine Hepburn está simplemente adorable: cuando acerca su rostro al de James Stewart de forma sensual y arrebatadora; cuando le lanza miradas que apabullan al periodista; al reprocharle lo que a ella siempre le han recriminado, su intolerancia, o cuando trata de desarmarle con su ingenio dialéctico.

- Si me dan a elegir, me quedo con la clase baja, entérate.

- Y con un millón de dólares...
- ¿Qué has querido decir?
- Me equivoqué.
- No hay duda de que estás insultándome. ¡No! ¡No pidas perdón!
- ¿Perdón? No iba a hacerlo.

La escena está lleno de instantes románticos, en los que sus conciencias acaban frenando siempre el impulso y la pasión. Macaulay le dice lo que necesita escuchar: ella es un sueño hecho realidad, tiene un fuego intenso en su interior y está llena de vida y de encanto. Sin embargo, el beso apasionado al que se entregan parece disipar las dudas: "¿Esto puede ser algo parecido al amor?", le pregunta él. "¡No, no, no! No es posible, no puede ser. Sería terrible. Además, sé que no lo es".
A la mañana siguiente, Tracy aparece con una fuerte resaca ("ayer debí tomar demasiado el sol") y no se acuerda de lo ocurrido por la noche. Intuye que algo grave ha podido pasar cuando ve las caras de Dexter y Macaulay. De repente ya no es la mujer soberbia y segura de sí misma, sino una joven vacilante, indecisa y preocupada. Definitivamente humana.
Romper con George Kittredge es el primer paso hacia su redención, si es que se puede llamar así al proceso de transformación que va a sufrir: humilde, cariñosa y amable e incluso capaz de pedir perdón. Así es la nueva Tracy Lord, otra vez al lado de C.K. Dexter Haven. Es lo que todos esperaban de ella, ¿no?

... Y volvieron a ser felices.

La película
- Cuando Katherine Hepburn apareció en la famosa lista de "veneno para la taquilla" (con Fred Astaire, Joan Crawford, Marlene Dietrich, entre otros), dejó por un tiempo el cine y protagonizó en Broadway "The Philadelphia Story", escrita por Philip Barry, que era su amigo. Éste había creado una parodia de la fama que tenía la actriz de autoritaria y poco femenina. Además, se había basado en otro personaje real, muy conocido en Filadelfia, la filántropa Helen Hope Montgomery Scott
- La obra fue un gran éxito y las productoras empezaron a pujar por los derechos para el cine, sin pensar en ningún momento en la actriz para la que se había escrito la pieza teatral. La pareja de Katherine Hepburn en ese momento, el magnate Howard Hughes, fue quien le regaló a ella los derechos. 
- La actriz vendió la obra para el cine a la MGM, pero con tres condiciones: ella sería la protagonista, la adaptación correría a cargo de dos guionistas desconocidos, Donald Odgen Stewart y Waldo Salt, y podría elegir al director y a los actores principales.
- Como director escogió a su amigo George Cukor y como protagonistas, a Clark Gable y Spencer Tracy. No obstante, estos tenían otros compromisos y la MGM le sugirió entonces a Cary Grant y James Stewart.

George Cukor dirige a los actores.

- Curiosamente, James Stewart se ofreció para el papel de Macaulay Connor sin saber que ya había sido elegido.
- De la obra teatral se prescindió de un personaje, el hermano de Tracy. Joseph Cotten (Dexter) y Van Heflin (Connor) fueron sus principales protagonistas masculinos.
- El célebre manotazo que le da Cary Grant a Katherine Hepburn al comienzo de la película fue idea de George Cukor para satisfacer al público que odiaba a la actriz. Así, en el resto de la película ya no caería tan mal al haber sido "escarmentada" previamente.
- El rodaje de la película costó tan solo ocho semanas, en gran medida porque Cukor no tuvo que repetir ninguna escena.
- Donald Odgen Stewart ganó el Oscar al mejor guión, James Stewart, al de mejor actor y la película contó con cuatro nominaciones más, una de ellas para Hepburn, que pudo resurgir en el cine gracias a esta obra. Stewart, en un rasgo de honestidad, afirmó que la estatuilla la merecía mucho más Henry Fonda por su espléndido papel de Tom Joad en "Las uvas de la ira", de John Ford.
- El productor del film era Joseph L. Mankiewicz, guionista y, desde 1946, uno de los más grandes directores de Hollywood.

1 comentario:

  1. Me ha encantado
    Para mí lo mejor de la película es su diálogos y sus actores principales ( sobre todo Hepburn y Stewart) en otros aspectos es cierto que la película ha envejecido un poco mal (como aquello de que Tracy
    por ser mujer tenga que ser más sumisa y permitir ciertas cosas), pero como has dicho es producto de otra época. Me hubiese gustado que que tracy se quedara con Mike

    ResponderEliminar