jueves, 23 de diciembre de 2010

George Bailey

(James Stewart, "¡Qué bello es vivir!")

Mary, George y Zuzu viven un momento irresistible de felicidad.

James Stewart es una de las estrellas del cine que mejor han sabido sufrir en pantalla. Encarna como nadie la figura del héroe frágil y vulnerable, capaz de arrastrar su idealismo por el Senado norteamericano con un discurso agotador ("Caballero sin espada"), de enfrentarse a un temible pistolero con un delantal de camarero ("El hombre que mató a Liberty Valance") o de plantar cara, inválido y con una cámara de fotos, a un asesino ("La ventana indiscreta"). En muchos de sus westerns, en las películas de Hitchcock e incluso en algunas de sus comedias, su rostro refleja a la perfección miedo, dolor, angustia o terror.
"¡Qué bello es vivir!" ("It's a wonderful life", 1946) marca, en este sentido, un hito en la capacidad de sufrimiento que es capaz de transmitirle Stewart a cualquiera de sus personajes. Lejos de esa imagen feliz y afortunada que refleja la (maravillosa) escena final -y que parece contagiar al propio espíritu del film-, en realidad George Bailey es un hombre frustrado por no poder cumplir nunca sus sueños, por tener que vivir como un condenado en ese pueblo llamado Bedford Falls. Su negocio no prospera con el paso de los años y su vieja casa está muy lejos de ser la mansión que hubiera deseado regalarle a Mary (Donna Reed), su mujer.
En el Día D de su existencia (24 de diciembre de 1945), está al borde del abismo, vaga desesperado por las calles convencido de que vale más muerto que vivo. Siente pánico porque un descuido le va a llevar a la ruina y al escándalo. James Stewart pasa de la desesperación al terror cuando el entrañable ángel Clarence (Henry Travers) le priva de su vida para que pueda comprobar cómo sería la de sus seres queridos si él no hubiera nacido. Es difícil expresar mejor el espanto y la amargura como hizo este genial actor. Pese a ello, esta obra maestra de Frank Capra nos deja una cálida sensación de bienestar en el cuerpo: "Ningún hombre es un fracaso. La vida de cada hombre afecta a muchas vidas", explicó el director.
George Bailey es un triunfador pero no lo sabe. Tiene la felicidad muy cerca, en su casa, en su pueblo, con sus seres queridos, pero él cree que se halla en mundos desconocidos. Desde niño demuestra que, además de soñador, es solidario, valiente, generoso y sacrificado. Primero salva la vida de su hermano pequeño al evitar que se ahogue en un lago helado; impide también que su jefe, el señor Gower (H.B. Warner), envenene a uno de sus pacientes al advertir un cambio de etiquetas en un fármaco; y se encara con el ruín señor Potter (Lionel Barrymore), que desprecia la pequeña cooperativa de construcciones y préstamos de su padre, Peter Bailey (Samuel S. Hinds).

Mary Hatch se ha convertido en una espléndida mujer.

Cuando pasan los años, George sigue siendo soñador e idealista. Quiere viajar para conocer países exóticos y construir edificios por todo el mundo. Está a punto de emprender un viaje por Europa. Es divertido y se siente joven. Por eso le cuesta entender a su padre, que le define con pocas palabras: "Tú naciste viejo, George". Peter cree que es como él y desea que su hijo mayor se quede en Bedford Falls para hacerse cargo de la cooperativa en vez de ir a la Universidad.
La vida le sonríe en esos momentos, sobre todo cuando acude con su hermano Harry (Todd Karns) a la fiesta de fin de curso del colegio. Allí descubre fascinado a la deslumbrante y encantadora Mary Hatch, que de niña estaba enamorada de él.

"¿Qué es lo que deseas, Mary? Dime lo que deseas. ¿La luna? Pídemela y echaré un lazo y la bajaré para ti"

Mientras flirtea con la chica, su tío Billy (Thomas Mitchell) le busca para anunciarle que su padre ha sufrido un ataque al corazón. Su muerte retrasa los planes de George y cuando por fin ya está a punto de marcharse, escucha al viejo Potter quejarse de la familiaridad con que Peter trataba a sus clientes. "Para mi padre eran personas; pero para usted, viejo frustrado, son sólo bestias. Mi padre murió mucho más rico de lo que usted nunca será", le increpa.
Su reacción provoca que los socios de la compañía rechacen a Potter como presidente, pero a la vez le eligen a él para sustituir a su padre en el cargo. Su rostro se torna grave y dramático cuando tío Billy le recuerda que, si se va, el viejo usurero del banco se apoderará de la empresa y de la ciudad. George se queda paralizado: una vez más tendrá que cancelar su sueño.
Han pasado cuatro años. Pasea impaciente por la estación ferroviaria. Su hermano está a punto de llegar para tomar el relevo en el negocio familiar, de forma que él pueda explorar el mundo. Pero Harry se ha casado y por ello no va a dejar que la felicidad de su hermano menor se enturbie. George está decepcionado y furioso. Sus pasos le llevan hasta la casa de Mary, a quien no ve desde la muerte de su padre. Está extrañamente enfadado y molesto con ella, que le ha recibido con ilusión, en recuerdo de aquella noche especial en la que se enamoraron sin declararse. George Bailey está molesto, tal vez, porque no quiere atarse a nadie y, sin embargo, sabe que se ha enamorado irremediablemente.

Mary y George, en la bellísima escena de amor que están viviendo.

Estamos en la antesala de una de las escenas de amor más bellas y sensibles del cine. Mary se pone a hablar por teléfono con su amigo Sam, éste reclama que también escuche George y mientras conversan sobre el negocio del plástico, la proximidad de sus rostros les está embelesando. Él siente la caricia de su pelo y ella parece latir con el corazón de su amado. Bailey ya no puede soportar más esa tensión emocional, le agarra con fuerza y, antes de besar sus labios, le suelta una frase absolutamente conmovedora:

"¡Ahora escúchame a mí! No me interesa el plástico ni empezar ningún negocio ni quiero casarme nunca. ¿Has entendido? Quiero hacer lo que me venga en gana... Y tú eres... tú eres..."
      
Una vez más, George no podrá cumplir sus planes. El viaje de novios se cancela para siempre cuando la caída de la Bolsa de Nueva York provoca un clima de pánico en todo el país. Los clientes quieren retirar su dinero y la cooperativa de préstamos está cerrada al público. Él actúa con extrema tranquilidad cuando cruza delante de todos para acceder a las oficinas. Alguien anuncia que Potter está comprando las acciones de la cooperativa a la mitad de precio, lo que supondría la ruina para Bailey. "Potter no vende: compra. ¿Por qué? Porque nosotros sentimos pánico y él no", trata de advertirles. Vista hoy, la escena es magistral porque explica a la perfección aquel momento histórico de 1929 como muy pocas películas han sabido hacerlo. Cuando Mary entrega el dinero destinado a la luna de miel para satisfacer las necesidades de la gente, George consigue salvar por escaso margen la supervivencia del negocio.
El idealismo de Bailey ya no se refleja en su afán por explorar el mundo, sino en su lucha por conseguir que la gente llana y humilde tenga una vida digna. Pasan los años y su honestidad no se resiente ni siquiera cuando Potter le ofrece un sueldo anual de 20.000 dólares y una casa mucho más grande que la que posee para que venda la cooperativa. Su arranque de integridad al rechazar la oferta es ejemplar, pero eso no va a mejorar su rutinaria y sufrida existencia.
Llegan los niños, el pomo de la escalera de su casa siempre está suelto -como un símbolo de su austera existencia-, y la Segunda Guerra Mundial encumbra como héroes a casi todos sus conocidos, mientras que él, por su sordera en el oído izquierdo (cuando salvó a su hermano pequeño) tiene que conformarse con dirigir la defensa local en Bedford Falls. George ha envejecido, su pelo está más blanco y parece más cansado y triste.

James Stewart, magnífico en la escena en que le suplica a Potter.

En vísperas de la Navidad de 1945, su situación financiera no marcha nada bien, pero se complicará de forma trágica cuando tío Billy entregue a Potter por error un depósito de 8.000 dólares. George no puede más y estalla de indignación y rabia contra su tío: "¿Dónde está el dinero, viejo imbécil? ¿Sabes lo que significa esto? ¡Ruina, escándalo y cárcel!". Por primera vez en su vida está al borde de la desesperación. Arremete con violencia y agresividad contra todo y contra todos, incluidos sus hijos. Mary observa con horror la transformación insólita de su marido.
George visita a Potter para suplicarle ayuda. Es una escena soberbia, en la que James Stewart parece estar realmente hundido y destrozado. "Vales más muerto que vivo", le expone el banquero. Esas palabras le persiguen mientras huye sin rumbo por la ciudad. Llega hasta el puente del río, se asoma con intención suicida... y en ese momento cae alguien desde más arriba. Clarence Odbody, un viejecito de aspecto bonachón, se ha lanzado el agua para salvarle la vida. Es su ángel de la guardia, un ángel de segunda clase, y por eso no tiene aún las alas que tanto ansía.
Por mucho que se lo explique, George no se lo cree e insiste en que más le valdría no haber nacido. A Clarence se le ocurre entonces una genial idea: demostrarle cómo sería la vida de los demás si él no existiera. De repente, deja de nevar afuera y un fuerte viento golpea la puerta de la garita donde están secando sus ropas. Está hecho: George no existe. Su labio deja de sangrar y su oído izquierdo está perfectamente.

"No has nacido, no existes, no tienes preocupaciones ni molestias ni obligaciones. No has de conseguir ocho mil dólares. Potter no ha enviado a la policía en tu busca... tu labio ha dejado de sangrar"

Comienza así una nueva película: fantástica, gótica, tenebrosa, en ocasiones hasta terrorífica. Su coche no está empotrado en un viejo árbol; la ciudad se llama Pottersville porque él no estuvo para impedir que el banquero se apoderara de ella; su hermano lleva muchos años enterrado porque George no pudo salvarle al no existir; el viejo Gower es un borrachín vagabundo porque nadie impidió que le suministrara veneno a un cliente en vez de medicina; sus amigos y su madre no le reconocen; Mary es una solterona que se ocupa de la biblioteca... "Te ha sido concedido un gran don, la oportunidad de ver cómo habría sido el mundo sin ti", le aclara el ángel.

George, desesperado, al borde del suicidio.

Tras su frenético y angustioso descenso a su no-existencia, George vuelve al puente y comienza a rezar. Quiere vivir, quiere ver a su mujer y a sus hijos, quiere participar de nuevo en ese mundo imperfecto, aunque tenga que ir a la cárcel por malversación. Bert, el policía (Ward Bond), se le acerca en ese momento y le llama por su nombre: George ha vuelto a la vida, se ríe eufórico al descubrir que le sangra el labio y que unos pétalos de la flor de su hija Zuzu están en su bolsillo. Recorre la ciudad con una alegría infinita y llega a casa emocionado al ver a sus seres queridos. Sin duda, otro momento fantástico que nos ha regalado el cine y uno de los más recordados e imitados.
La magia de Capra, la esencia de su cine, se condensa con una inolvidable dosis de emoción en el tramo final de la película. Mary y tío Billy han difundido por la ciudad que George tiene problemas y todos los vecinos contribuyen con sus ahorros para cubrir el dinero perdido. Llegan todos los personajes entrañables de la película, como si fuera un homenaje al genial reparto de secundarios, y acude también Harry, que ha dado plantón al presidente del país cuando iba a condecorarle como héroe de guerra. "Brindo por mi querido hermano George, el hombre más rico de la ciudad".

George, eufórico tras volver a la vida.

George no dice nada, sólo mueve los labios para citar en silencio a los amigos que desfilan por su casa y lo observa todo con una mirada que nos invita a compartir la emoción del instante. Su vida tiene sentido después de tantos años. Los hombres honestos, solidarios y comprometidos no pueden desaparecer en el caos de una depresión económica o de una desoladora guerra mundial. Ningún hombre es un fracaso y menos George Bailey. "Nadie fracasa si tiene amigos", lee en ese viejo libro de Mark Twain que Clarence le ha dejado como regalo de Navidad. Para nosotros, el regalo navideño será siempre esta hermosa e imprescindible película.

La película
- Nada más concluir la Segunda Guerra Mundial, los coroneles Frank Capra, George Stevens, William Wyler y Samuel Briskin crearon Liberty Films, una compañía que funcionó mediante un acuerdo con la RKO. "¡Qué bello es vivir!" fue la primera de las nueve películas que tenían que realizar la productora.
- El film está basado en el cuento "El mayor regalo", escrito por Philip Van Doren Stern como una original felicitación navideña para sus amigos. "¡Esta era la historia que había esperado toda mi vida!", exclamó Capra al leer la historia.

Frank Capra.
- El director no tuvo dudas, pensó de inmediato en James Stewart como George y en Lionel Barrymore para el papel de Potter.
- "Creí que era el mejor film que había hecho en mi vida. Mejor aún, creía que era el mejor film que nadie había hecho nunca", confiesa Capra en su autobiografía "El nombre delante del título".
- James Stewart, que también había estado inactivo durante la guerra, tenía muchas dudas sobre la profesión de actor después de cuatro años sin actuar, como le reveló a Barrymore. Éste le convenció de que ningún oficio podía hacer tanto por la gente como el de un actor y Stewart decidió seguir su carrera, aunque a partir de esta película trató de conseguir papeles más duros y dramáticos.
- La película no alcanzó el éxito comercial que se esperaba. Tampoco triunfó en los Oscar, ya que un drama sobre la vuelta de los soldados tras la guerra, la maravillosa "Los mejores años de nuestra vida", de William Wyler, resultó la gran triunfadora. Pese a que James Stewart era el gran favorito para el premio al mejor actor, Fredric March le ganó por sorpresa.
"¡Qué bello es vivir!" empezó a convertirse en un clásico de las programaciones televisivas de medio mundo cuando en 1974 nadie se preocupó de renovar los derechos de autor del film. Durante casi treinta años ha sido la película más emitida en Navidad por múltiples canales televisivos. Hace poco años se recuperaron los derechos gracias a que una parte de toda la producción (concretamente, el cuento original) sí renovó dicha licencia. 



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